
La perla hizo de las suyas en las tierras jujeñas. Las radios de san salvador abrieron sus puertas de par en par al disco. Hubo muchísimo volanteo y "¿querés escuchar algo que acá tengo el mp3?". Aunque también sonaron guitarras en demasía en bondis de Iruya a la Quiaca, plazas y cerros de, por ejemplo, la insuperable Purmamarca. Y los dedos sangraron de emoción. Gracias a la habilidades de managers pasajeros y viajeros (Manuel "El principito" Kovarsky) recitaleamos en Warmy así como también en el Tantanakui, ambos en la pura Humahuaca. Grandes serenatas a la luz de la luna, y ¡qué luna! La que se encarga de iluminar junto a las estrellas el sendero. Gente muy copada de todo el país se empapó un poquito de la Perla. Y la Perla por un ratito se sintió norteña. Y que lindo que es sentirse así, por que allí todos son uno y la unión es la forma de ser. Y la forma de ser solamente se concibe como feliz. Imposible nombrar a todos los amigos/as nuevas que hicimos y a todos los lugares hermosos que conocimos, tarea que pecaría de interminable aunque también de muy gratificante.